En Ecuador, y a pesar del acceso más limitado a las tecnologías, uno de cada veinte adolescente es ciberacosador, mientras que uno de cada diez es cibervíctima. Además, uno de cada cinco realiza ciberagresiones de forma reiterada, y uno de cada cuatro las sufre continuamente. Son datos del “Avance del Informe sobre Cyberbullying en Adolescentes de Ecuador: Claves para su Prevención”, realizado por las Universidades de Córdoba y Laica Eloy Alfaro de Manabí bajo la dirección de Antonio Jesús Rodríguez Hidalgo, director de la Cátedra de Cooperación al Desarrollo de la UCO, investigador del Laboratorio de Estudios sobre Convivencia y Prevención de la Violencia (LAECOVI) y coordinador del proyecto. Este Avance de Informe, que es fruto del trabajo de cuatro años y ha contado con la participación de más de 17.000 estudiantes de entre 12 y 18 años de Ecuador, profundiza en el cyberbullying. Ello contribuirá a conocer mejor la magnitud y naturaleza del problema, para así poder tomar medidas más efectivas de prevención y paliación. La Cátedra de Cooperación al Desarrollo apoya la edición de este Informe y su ofrecimiento al Gobierno de Ecuador, como contribución hacia la consecución de algunos Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 como: educación inclusiva, equitativa y de calidad; igualdad entre géneros; reducir la desigualdad en y entre los países; y promover la paz y la convivencia social. El Avance del Informe también tiene como fin contribuir a generar cultura científica sobre la violencia en la adolescencia, en la sociedad global y en especial, en la sociedad ecuatoriana.
Aunque el Avance del Informe se centra en el cyberbullying y será presentado al Gobierno de Ecuador en breve, el estudio es mucho más amplio y profundo sobre distintas formas de violencia que ejercen o de la que son objetivo adolescentes: cyberbullying, bullying personal y bullying basado en los estigmas sociales. Este último tópico abarca la investigación sobre diversos tipos de bullying de carácter discriminatorio: bullying étnico-cultural; bullying homofóbico o LGTBI; y bullying hacia la discapacidad o necesidades educativas especiales. El estudio en su conjunto es el más grande realizado sobre población ecuatoriana y uno de los más grandes realizados en toda Latinoamérica con garantías de procedimiento científico. Gran parte de su potencial de aporte radica en que la recogida de información ha contemplado múltiples variables de la diversidad humana como el género, el grupo étnico-cultural, la orientación sexual o la discapacidad y las necesidades educativas especiales. Respecto al cyberbullying, los resultados muestran, por ejemplo, que hay una mayor proporción de chicos ciberagresores que de chicas. En el caso del bullying étnico-cultural, se ha observado que este acoso discriminatorio afecta de modo desigual en función del grupo étnico-cultural de pertenencia de las y los adolescentes.
Conocer los fenómenos violentos citados en función de las variables de diversidad humana y social tiene un gran valor estratégico para contribuir a la erradicación de estas conductas reiteradas que originan discriminación, exclusión social y otras grandes lacras sociales. Entre el 40% y el 80% de los casos de bullying y cyberbullying se basan en estas diferencias interpersonales. El aporte de este macroestudio en Ecuador es una línea base para orientar las políticas preventivas: para el diseño e implementación de estrategias más eficaces para prevenir y paliar todos estos tipos de violencia en adolescentes. El bullying y cyberbullying “no son solo las conductas que emiten agresores y que sufren las víctimas”, explica Rodríguez Hidalgo, “es necesario atender a los motivos, a las raíces de estos comportamientos. Cuando desarrollamos acciones psicoeducativas para eliminar estas raíces -que en gran medida son los prejuicios hacia los diferentes y hacia las minorías- y de promoción de la convivencia en diversidad, somos más efectivos en la prevención de las conductas de agresión y victimización entre los adolescentes”. En definitiva, “si queremos ser efectivos, es necesario que se diseñen e implementen acciones socioeducativas en base al nuevo conocimiento científico. Hay que superar el tradicional enfoque de los protocolos de prevención del acoso y de las acciones educativas de prevención focalizadas en el bullying y el cyberbullying sin atender a sus raíces. El aporte de la investigación al contemplar estas formas de violencia en función de la diversidad humana, tiene no solo ya la evidencia científica de que es más efectivo para su prevención; también tiene el potencial de cultivar una sociedad más inclusiva con proyección hacia la erradicación de otras lacras sociales derivadas: la violencia machista, la discriminación étnico-cultural o LGTBI, o la exclusión de personas con discapacidad, entre otras”, sostiene Rodríguez Hidalgo.
El Avance del Informe plantea estrategias más adecuadas para el contexto ecuatoriano, más adaptadas a sus medios y realidades socioculturales y, por ello, más efectivas. Algunas mejoras clave que se proponen son la inclusión de la perspectiva de género en las medidas preventivas, la promoción educativa de conductas para la convivencia en diversidad, formación para el profesorado y agentes socioeducativos para la detección precoz del cyberbullying, bullying personal y los distintos tipos de bullying basados en los estigmas sociales, educación para la reducción de prejuicios y discriminación étnico-cultural basada en el Modelo MECI (“Modelo Educativo de Convivencia Intercultural”), entre otras. Con el desarrollo de este tipo de estrategias, el Avance del Informe pretende colaborar con el Gobierno de Ecuador para atajar desde la raíz las principales causas que provocan el bullying y el cyberbullying en las y los adolescentes de este país.