El plato rabo de toro es un producto típico de la gastronomía cordobesa, y, asimismo, de la gastronomía nacional. Esto hace que, junto con otros factores, colabore con el sector económico y turístico de manera activa, y, por ende, deba ser un producto objeto de observación empresarial, estudio económico y mejora tanto desde el punto de vista gastronómico. En concreto, el plato cordobés posee determinadas singularidades gastronómicas de Córdoba y provincia, siendo así un atractivo para los propios cordobeses, que presumen de este plato y para los propios turistas que lo degustan dado que estos buscan la singularidad gastronómica del territorio como motivación principal para viajar. El rabo de toro es un ejemplo de cómo cuando se usan los ingredientes de propio territorio que lo hacen peculiar el resultado en sabor es diferenciador. Hay que destacar, por ejemplo, el uso del aceite de oliva virgen de las DOP de la provincia o durante el guiso o los vinos DOP Montilla-Moriles aportan unos gustos diferentes a cualquier parte del país.
El objetivo general del proyecto que presentó ayer el IMDEEC denominado “Plato rabo de toro cordobés como aportación al desarrollo económico de Córdoba”, tiene como fin la promoción, mantenimiento de la receta y estudio del guiso de rabo de toro cordobés para fomentar el desarrollo económico, el turismo y el empleo, entre los objetivos parciales se encuentran: realizar un concurso amateur, dirigido a personas no profesionales de la hostelería en activo, septiembre, la realización del I Simposio del plato rabo de toro cordobés. Dirigido al ámbito académico y público en general buscando estudiar el plato tradicional y por último la enseñanza del plato rabo de toro cordobés en su faceta tradicional y fuente de cultura a través de los colegios y facultad de la universidad de Córdoba, especialmente en su grado de empresariales. El simposio se celebrará el próximo 7 de junio y contará con 5 conferencias y una mesa redonda. Entre las conferencias está confirmado el jefe de cocina Juan Gutiérrez, especializado en cocina tradicional con una larga trayectoria en Bodegas Campos o la Ermita de la Candelaria; Ricardo Hernández, profesor de la UCO e investigador de gastronomía desde la perspectiva empresarial; y Nacho Sandoval, organizador de la ruta Sentero.
La gastronomía puede tratarse como una gran herramienta empresarial para elegir el destino turístico tanto urbano como rural, especialmente en los destinos que son propensos a elaborar un tipo de comida única e irrepetible que puede ser buscada por el turista y visitante como una de las razones en la toma de decisión para disfrutar del entorno que visita. Es, por tanto, un nexo de conexión con el turismo ya que ambos van de la mano dentro de la economía en la que repercuten. La gastronomía es considerada como uno de los más importantes recursos turísticos a principios del siglo actual. Ser capaces de transformar esa producción única de productos agroalimentarios en una capacidad de diferenciación turística es un reto que han de llevar a cabo todos los destinos cuya meta es poner en valor su gastronomía.
En lo que respecta al turismo, la gastronomía aporta un valor indiscutible a cualquier destino, ya que influye de manera muy directa en aspectos tan primordiales como lo son la economía o la cultura. En cuanto al sector económico, la gastronomía presenta un gran vínculo debido a su paso por todos y cada uno de los sectores que la componen además de actuar como estimulador del turismo en un destino. La relación con la cultura viene dada por la gran cantidad de costumbres que se pueden conocer relacionadas con la forma de vivir, es decir, la capacidad de recuperar los productos en peligro de desaparición y la conservación de tradiciones y de oficios autóctonos propios de la identidad de un lugar.