Israel Muñoz Gallarte ha señalado que “el respeto a la diversidad siempre ha sido un tema estratégico sobre el que debe de pivotar el interés tanto de la academia investigadora como de la difusión de la cultura”. El vicerrector de Estudiantes y Cultura ha destacado el papel de Córdoba como ciudad de las tres grandes religiones monoteístas y su idoneidad como sede de este sexto congreso dedicado a la resolución conflictos religiosos.
Israel Muñoz Gallarte durante su intervención en la mesa inaugural del congreso.
El profesor Martínez-Torrón ha explicado que el ICLARS es una organización internacional con sede en Milán, fundada en 2007, que cuenta ya con más de cuatrocientos miembros de los cinco continentes, en su inmensa mayoría académicos e intelectuales de prestigio del entorno universitario, pero también personas vinculadas a gobiernos y legislaturas, la judicatura, y los medios de información. Es una institución independiente y neutral en lo ideológico, que trata de estudiar las implicaciones jurídicas, sociales, políticas y culturales del factor religioso desde una perspectiva plural. En poco tiempo se ha convertido en foro de referencia internacional y motor de muchas otras iniciativas.
El ICLARS organiza un congreso mundial cada dos años. Hasta ahora las sedes han sido Milán, Santiago de Chile, Richmond (Virginia, USA), Oxford, Río de Janeiro y, ahora, Córdoba. La sexta edición que acoge nuestra ciudad ha triplicado el número de asistentes a la anterior convocatoria. Junto a las sesiones plenarias se desarrollan 70 sesiones paralelas que “demuestra el enorme interés que despiertan estos temas”, en palabras del profesor Martínez-Torrón, quien ha señalado que “o nos empeñamos seriamente en construir sociedades donde la gente aprenda a convivir, aunque tengan ideas muy diferentes sobre cuestiones importantes o nos vamos al garete como sociedad".
El alcalde de Córdoba, por su parte, ha abundado en lo expuesto por el vicerrector Muñoz Gallarte, destacando el modelo de Córdoba como lugar de convivencia, “pero no queremos quedarnos en el pasado, sino que aspiramos a que en el presente seamos lugar de referencia para las reflexiones de esos modelos de convivencia pacífica y seamos ejemplo”.
El profesor Martínez-Torrón ha señalado como grandes retos a los que se enfrenta la sociedad actual en el ámbito de la libertad de religión y creencias, “los conflictos entre el ejercicio de la libertad de conciencia y otros intereses públicos materializados en las leyes, de particular relevancia hoy en áreas como la protección del derecho a la vida o la identidad sexual. Es el caso de la objeción de conciencia a la práctica del aborto o la eutanasia, que a veces lleva a que los profesionales sanitarios sean discriminados por sus convicciones morales”. Asimismo, ha indicado que “las tensiones ocasionales entre la libertad religiosa y otros derechos humanos, como la libertad de expresión: por ejemplo, las expresiones públicas contra la religión, o el discurso religioso que puede ofender otras sensibilidades; o la relación, no siempre pacífica, entre las competencias estatales en materia educativa y los derechos de los padres sobre la educación de sus hijos y la libertad de enseñanza que ha de reconocerse a las instituciones religiosas”, son también desafíos de nuestra sociedad.
El principal riesgo, ha indicado, son especialmente importantes en las sociedades contemporáneas, caracterizadas por una creciente tendencia a la polarización, en casi todos los ámbitos. “La consecuencia es una creciente división social, que impide la armonía necesaria para una convivencia pacífica que permita a las personas buscar libremente su propio destino y felicidad. Este fenómeno afecta particularmente al ámbito de las opciones religiosas y éticas de los ciudadanos. Van en aumento las posiciones radicales de signo religioso o antirreligioso, que miran a quien piensa diferente como un enemigo real o potencial, y al que, por tanto, hay que combatir o excluir, pero nunca incluir o considerar como un igual. Esas actitudes de intolerancia hacia el discrepante van extendiéndose también en las instancias legislativas y de gobierno, e incluso en la judicatura; a veces de manera espontánea y otras veces como consecuencia de la actividad intencionada de quienes desean imponer su monopolio de la verdad. La frecuente agresividad del discurso político es fiel reflejo de esta tendencia”.
Más sobre en el congreso en: https://iclars2022cordoba.org/esp/