Notas y observaciones
1ª ed. 1602, a partir de ahí 20 ediciones hasta la de 1660.
Véndese en casa de Juan de Valdés, mercader de libros, en la calle de Atocha, enfrente de Santo Tomás.
1ª ed. 1602, a partir de ahí 20 ediciones hasta la de 1660.
Véndese en casa de Juan de Valdés, mercader de libros, en la calle de Atocha, enfrente de Santo Tomás.
[Dedicatoria] A Don Antonio Félix Machado de Silva Castro y Vasconcelos, hijo único y heredero del Marqués de Montevelo, comendador de San Juan de Concieiro en la Orden de Cristo, &c., por Julián de Paredes.
Tasa.
Erratas, Lic. Murcia de la Llana.
Suma de la licencia.
Don Diego de Avendaño y del Álama. Redondillas a Nuestra Señora ("Este es el huerto cerrado")
Don Francisco de Vargas al autor. Soneto ("Las presas alas con que alzaste el vuelo")
Don Gerónimo de Virves y Arias, al autor. Soneto ("Si en su templo divino la memoria")
El Maestro Francisco Alonso, al autor. Soneto ("Por un águila real el pecho abierto")
El Maestro Francisco de Vergara, al autor. Soneto ("Si a los que hallaron con industria y maña")
El Licenciado Antonio García, al autor. Soneto ("Solicito, contento y cuidadoso")
E Licenciado Alonso Rosales Aguilar, al autor. Soneto ("E Sepulcro, la estatua, el valuarte")
Don Juan de Contreras, al autor. Redondillas ("Ve Tobías que su hijo")
[al final] Tabla de lo contenido en este libro.
BNE 3/57771 (examinado) , R/7850 , R/10489 , R/17692 ; EsBa02 Res. 262-12º ; RAE 25-D-8 , RM-6222 , RM-6223 ; EsMa08 Res. 662; HSA (examinado) ; USC ; EsPM01 19777 ; EsVa03 8/403 ; EsPon02 241-6-26 ; EsMa05 Inv. 831 ; EsMa06 I. B. 221
Simón Díaz, BLH, XIII, nº72, p.14.
Salvá, I, nº717.
Bègue, p.409.
CCPB000033958-X.
Discurre el autor en el Teatro de la vida humana
ESTACIÓN PRIMERA, DE LA AURORA.
DISCURSO PRIMERO.
SILVA I
El alba hermosa y fría,
que bien puede ser fría y hermosa,
como mujer casera y hacendosa,
con la primera luz del claro día
se levantó aliñando paralelos,
barriendo nubes y fregando cielos.
Salía con las crenchas destrenzadas,
el jaque descompuesto,
y echada por los hombros la basquiña,
solo un zarcillo puesto,
que porque el sol, que viene, no la riña,
y regarle el salón del mundo presto,
dejó prendido el otro en la almohada;
la saya arremangada,
y el manteo de vuelta solo bajo,
dejando el estropajo
que del cielo lavó los azulejos. (...)
Agustín de Salazar y Torres