Son precisamente estas enfermedades, originadas por la estrecha relación del hombre con los animales, las que representan una clara amenaza para la preservación de la salud pública. Esta evidencia propició la aparición a comienzos de la década del año 2000 del concepto “One Health, Una sola salud para preservar nuestro futuro”, que resume en pocas palabras el estrecho vínculo existente entre la salud humana, la salud animal y la del medioambiente, por lo que resulta imposibl e proteger la salud de la población sin tener en cuenta los otros dos componentes que forman parte de la ecuación.
La exclusión de los veterinarios del proceso iniciado para reforzar la Sanidad y Salud Pública demuestra la nula implantación del enfoque “One Health, Una sola salud” en nuestro país, y ello a pesar de que la Organización Mundial de la Salud reconoce que es la única vía posible para prevenir que se produzcan emergencias sanitarias como la que estamos viviendo. Tanto la composición de la subcomisión responsable de mejorar y reforzar el sistema de salud pública, como el listado de expertos invitados a comparecer ante dicha subcomisión, reflejan que aún hoy en día se equipara erróneamente el concepto Salud Pública a la atención asistencial y hospitalaria, olvidando que la prevención es la herramienta más eficaz que tenemos para proteger la salud de la población.
La COVID-19 ya está entre nosotros, y la crisis sanitaria a la que nos ha abocado nos ha hecho olvidar que el origen de esta enfermedad se halla en el salto de un virus del animal al hombre. Hemos olvidado que el hecho de que ese salto se haya producido en China es meramente circunstancial. Hemos olvidado que un salto parecido puede producirse por parte de otro virus proveniente de otra especie animal. Y hemos olvidado que ese salto puede producirse en cualquier país del mundo. Y, sobre todo, hemos olvidado que si se hubiese evitado el salto del SARS-CoV-2 del animal al hombre hoy no estaríamos viviendo una pandemia de consecuencias devastadoras a todos los niveles.
No es la primera vez que se excluye a los veterinarios. Éstos han sido sistemáticamente excluidos de los diferentes comités que se han ido creando para gestionar la actual crisis sanitaria. Si bien el error de excluirlos podría entenderse, que no justificarse, por la necesidad urgente de hacer frente al SARS -CoV-2, cometer el mismo error a la hora de planificar el reforzamiento de la Salud Pública no tiene justificación posible. Y sería un grave error político que la ciudadanía no debería olvidar, ya que son nuestros gobernantes los responsables de velar por la salud de la población
No hay que olvidar que la COVID-19 es una enfermedad zoonótica. Y no hay que olvidar que el SARS-CoV-2 ha demostrado la capacidad de infectar a algunas especies de animales domésticos que puedan mantener contacto con personas infectadas, como son perros, gatos y mustélidos (hurones y visones). El sacrificio de cerca 92.700 visones de una granja de Teruel al detectarse que el 86,7% de los animales eran positivos a la prueba de PCR para detectar la COVI-19, si bien no mostraban signos clínicos compatibles con dicha enfermedad, es un ejemplo más que demuestra la importancia de incluir a los veterinarios en el proceso de reconstrucción de la sanidad y salud pública. Las cadenas de contagio no se producen exclusivamente entre personas. Las cadenas de contagio también se producen entre especies.
Se puede continuar negando la evidencia y mantener la exclusión de los veterinarios cuando se traten temas relevantes en el ámbito de la Salud Pública. Lamentablemente serán los ciudadanos los que pagarán las consecuencias de este grave este error, pero nuestros gobernantes no podrán decir que no estaban avisados.
Si “rectificar es de sabios”, esperamos que, por el bien de todos, nuestros políticos sean capaces de hacerlo.