“Todo empezó porque unos amigos nuestros que están de Erasmus en Cracovia estaban haciendo algo similar y había tenido muy buena acogida”, cuenta Mikel, “por eso decidimos empezar algo así en Hungría, que también hace frontera con Ucrania”. En los últimos días, el número de personas buscando refugio en Hungría, fundamentalmente mujeres, niños y ancianos, ha crecido notablemente. “Las organizaciones con las que hemos entrado en contacto nos dicen que ahora mismo hay en torno a unas 150.000 personas, pero se esperan muchas más en las próximas semanas”, relata este estudiante de 3º de Administración y Dirección de Empresas.
“Nuestra idea es que no se desperdicie ni un euro de lo recaudado, por eso estamos adquiriendo exclusivamente lo que nos piden organizaciones como Cruz Roja y otras locales”, aclara. “Por ejemplo, ayer nos pidieron almohadas y edredones para las familias ucranianas acogidas en un albergue de Budapest”, explica. Los estudiantes han realizado también compras de alimentos, productos de higiene o productos para niños como pañales y comida de bebé, atendiendo a las necesidades específicas de las organizaciones encargadas de la acogida. Parte de este material ha salido en convoys con destino a la frontera de Ucrania, donde están el grueso de los refugiados, y también han hecho entregas en los centros de acogida y distribución de ayuda en las estaciones de trenes, otro de los puntos de entrada más importantes de refugiados.
“Por el momento, la vida en Budapest es normal, no hemos notado nada especial, pero cuando te desplazas a los lugares donde ya hay refugiados es muy triste”, relata Mikel. “Son personas que han salido huyendo de un día para otro, sin nada, y te das cuenta de que podríamos ser cualquier de nosotros”.
Mikel, Jorge y sus amigos acaban de crear una cuenta de Instagram para ir informando de esta iniciativa: @spanishforukraine. “Ya nos han contactado algunas asociaciones y empresas españolas que están interesadas en ayudar. La verdad es que estamos muy contentos con la respuesta”, nos dice. “Por ahora nos quedamos en Hungría. Es cierto que nuestras familias sí que están pasando algo de tensión, pero aquí nos sentimos seguros y, además, queremos seguir ayudando”.
Mikel, junto a otras compañeras, en uno de los centros de recogida y distribución de ayuda.