En concreto, los establecimientos hoteleros, que son los que cuentan con mayor peso en el sector turístico cordobés, registraron subidas superiores al 6% el primer mes del año 2020 y se mantuvieron con unas cifras similares de viajeros en el mes de febrero, antes del cierre y las restricciones derivadas del estado de alarma. Pero este ritmo de crecimiento o mantenimiento de los viajeros en Córdoba durante los meses de enero y febrero, respectivamente, con respecto a los mismos meses del año anterior, se vio truncado con la declaración del estado de alarma sanitaria el 14 de marzo de 2020, que supuso el cierre, ya iniciado incluso en fechas anteriores, de la gran mayoría de los alojamientos turísticos de la provincia.
Con la finalización del estado de alarma el día 21 de junio se observa una ligera mejoría en la movilidad de turistas hacia Córdoba, pero dadas las restricciones de las tres primeras semanas de junio, la actividad turística en Córdoba ha sido muy limitada en este mes. Y finalmente no es sobre todo hasta el mes de agosto cuando se alcanza ya una recuperación significativa, motivada sobre todo por el comportamiento del turista nacional, aunque sufriendo, en cualquier caso, una disminución importante de viajeros con respecto a la temporada de verano de 2020, tanto en julio como en agosto, en la que se registraron cifras excepcionales prácticamente sin precedentes, particularmente en este último mes.
Las variaciones en el número de viajeros en los meses de julio y agosto respecto a los mismos meses del año anterior muestran que los establecimientos con mayores descensos han sido los alojamientos hoteleros, con más del 70% de descenso y una pérdida de cerca de 580.000 turistas, influenciados sobre todo por caídas del orden del 60% de los viajeros procedentes del extranjero. En el mes de julio estuvieron abiertos 125 establecimientos hoteleros en la provincia de Córdoba, un 39,32% menos que el año anterior, por encima del porcentaje del conjunto de Andalucía, mientras que en agosto se registraron 128 establecimientos abiertos (un 30% menos que en 2019). Las cifras de hoteles abiertos en Córdoba ciudad son mucho más negativas, de manera que en julio estuvieron abiertos un 58,1% menos de hoteles que en 2019 y un 44% menos en el mes de agosto. Su reflejo en el personal empleado en los hoteles fue aún mayor, particularmente en Córdoba capital, con un menor porcentaje de hoteles de gestión familiar más autónoma.
La tasa interanual de caída de ingresos por habitación disponible en el mes de agosto fue, sin embargo, menor que la del conjunto de Andalucía y de las provincias de Sevilla y Granada y sólo fue algo superior a la de la provincia de Jaén. Incluso en el mes de julio este índice fue en Córdoba el mejor de Andalucía, a diferencia de lo sucedido en el mes de marzo, ya en situación de pleno estado de alarma, cuando la provincia de Córdoba alcanzó la peor situación, sólo mejor que la de la provincia de Huelva. En la temporada de verano los establecimientos hoteleros de la capital han experimentado una tasa interanual de ingresos por habitación disponible algo mejor que los establecimientos hoteleros del resto de la provincia, por beneficiarse más del efecto rebrote del turismo extranjero de la Costa del Sol y otras zonas costeras relativamente accesibles con la capital. Este comportamiento veraniego contrasta con el experimentado en el mes de marzo tras el estado de alarma, pues en Córdoba capital se registraron más de dos puntos porcentuales de caída de ingresos por encima del valor registrado en el resto de la provincia.
Los apartamentos turísticos han sufrido un decrecimiento en el número de turistas alojados prácticamente similar que los establecimientos hoteleros, de manera que se ha cifrado en un 62,3% de pérdidas de clientes.
Los campings han sufrido también una caída importante en el número de viajeros del 68,6% hasta el mes de agosto (casi 20.000 alojados menos), aunque estas cifras hay que analizarlas de manera ponderada, ya que en 2020 se ha cerrado definitivamente el camping municipal de Córdoba y la oferta de este tipo de alojamientos se ha visto muy afectada por diversos problemas estructurales y no sólo coyunturales motivados por el COVID-19.
Por su parte, los alojamientos de turismo rural son los que han experimentado un menor descenso de turistas del orden del 42,6% respecto al mismo período de 2019 (unos 10.000 viajeros), de manera que han acusado en menor medida el impacto de la crisis del COVID, De hecho, hemos de resaltar en el mes de julio el notable incremento de viajeros españoles con una subida de un 39,8%, por encima del incremento del conjunto de Andalucía, cifrado en un 32,3% respecto al año anterior.
En general, el segmento de demanda del turismo rural y de naturaleza ha tenido en la provincia un mejor comportamiento que el turismo urbano derivado de una mayor preferencia, sobre todo del turismo nacional y de proximidad, por los alojamientos rurales con pocas plazas, cierta independencia y sin espacios comunes compartidos, los espacios rurales menos masificados y los entornos más abiertos, saludables y sin aglomeraciones en un momento, además, de contención o bajada de precios en estos alojamientos. Ello ha beneficiado también indirectamente a determinada oferta complementaria de ocio, gastronomía y turismo activo existente en los entornos cercanos a dichos alojamientos rurales.
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