Jueves, 18 Mayo 2023 11:07

Un Laboratorio de Ideas para la Sostenibilidad concluye que "no son posibles sociedades sostenibles sin sistemas alimentarios sostenibles"

Escrito por G.C.
Un momento de la actividad Un momento de la actividad

¿Qué puede aportar el enfoque de la sostenibilidad a los sistemas alimentarios? ¿Qué puede aportar trabajar sobre los sistemas alimentarios a la sostenibilidad de la sociedad? Una actividad del Aula de Sostenibilidad de la UCO reflexiona sobre los retos de los sistemas alimentarios en un contexto de crisis global.

El Laboratorio de Ideas para la Sostenibilidad (LIS) es una actividad organizada por el Aula de Sostenibilidad de la UCO que pretende crear pequeños foros de debate y reflexión abiertos para repensar la realidad y el futuro que queremos en el marco de un desarrollo sostenible. En otras ediciones se ha hablado del desarrollo de software, de patrimonio y cultura o de educación. Para esta edición se optó por centrar la reflexión en el ámbito de los sistemas alimentarios. Contamos para esta ocasión con Antonio Manuel Conde López, estudiante del Máster de Ingeniería Agronómica en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes de la Universidad de Córdoba, contratado con cargo al proyecto “LIFE Innocereal EU” en la Universidad de Córdoba e integrante del Programa de Voluntariado Ambiental del Aula de Sostenibilidad de la UCO; Elisa Otero, activista por la soberanía alimentaria y el ecofeminismo, doctora en Ecología, profesora de la Universidad de Córdoba y miembro de Ecologistas en Acción y del Colectivo FRACTAL; Isabel Álvarez Vispo, educadora, agroecóloga y feminista, parte de la Coordinación de colectivos Baladre, de Ecologistas en Acción y de la Red Internacional URGENCI; Leticia Toledo Martin, campesina agroecológica que trabaja la tierra desde hace años produciendo alimentos ecológicos y de temporada para grupos de consumo y negocios locales; David Comet, especialista en consumo responsable y sostenible, técnico de proyectos de Educación para el Desarrollo en la Universidad de Córdoba y miembro del Grupo de trabajo de Comercio Justo de la CRUE.

Las principales ideas y reflexiones que surgieron en el coloquio fueron las siguientes:
• Nuestros sistemas alimentarios se podrían resumir en pocas palabras como “industrializados”, “globalizados”, “insostenibles”, “rotos” o “imposibles”. Sin embargo, unos sistemas alimentarios sostenibles estarían caracterizados por la transparencia, la ciencia, la igualdad o la rigurosidad. Deben ser considerados como garantes de los derechos humanos, contar con una gobernanza inclusiva prestando atención a las relaciones de las partes y tener una perspectiva holística que vaya más allá del beneficio económico. También necesitamos que estén adaptados a la ecología en la que se desarrollan, que sean diversos en todos los sentidos, cercanos y resilientes.
• Los sistemas alimentarios sustentan nuestra supervivencia y de ellos depende en buena medida nuestra salud. Además, generan muchas interrelaciones con el entorno, como transformaciones del territorio, de las relaciones y dependencias sociales, económicas o ecológicas, o de la gestión del agua y otros recursos. Es necesario (no opcional) orientar los sistemas alimentarios para que dejen de ser dependientes de combustibles fósiles, ya que este modelo no es viable en un contexto de crisis climática y agotamiento de recursos. En definitiva, no son posibles sociedades sostenibles sin sistemas alimentarios sostenibles.
• Es muy cuestionable la labor de los distintos gobiernos en la apuesta por transformar los sistemas alimentarios hacia la sostenibilidad. Aunque hay que diferencia entre distintas escalas. A nivel internacional y estatal, aunque hay iniciativas interesantes, muchos intereses y agentes con poder impiden que se haga un empuje más decidido. La sostenibilidad no se ha incorporado en las políticas de gestión más allá de un capitalismo verde. A nivel regional y local, hay iniciativas transformadoras que están logrando cambiar sus realidades, aunque a una escala reducida (circuitos cortos, comedores escolares, etc.). Estas iniciativas sostenibles tienen, además, poca visibilidad.
• El rol de las personas como consumidoras es relevante, pero no debería recaer todo el peso en ellas. A través de las elecciones de consumo se puede condicionar en parte al mercado, incidiendo en las características de la oferta. Pero el papel de los consumidores es limitado en el contexto sociopolítico y económico actual.
• El enfoque ecofeminista puede ser muy transformador, al poner en el centro a la vida y a las personas y su interdependencia. Su capacidad transformadora no proviene de la individualidad, sino de la capacidad de tejer redes y buscar sinergias a escala local con la autogestión.
• Se identifican medidas concretas para poner en marcha de manera inmediata que ayudarían a transformar los sistemas alimentarios hacia la sostenibilidad. Algunas de ellas son: Informar al consumidor final sobre las iniciativas sostenibles que tiene a su disposición, Relocalización de la producción y el consumo mediante políticas públicas locales, Moratoria a 10 años de la ganadería y agricultura industrial, Introducción de la renta básica universal, Definición de las competencias para la transición agroecológica en un Ministerio, Prohibición de productos importados si se pueden producir localmente o Establecimiento de una seguridad social alimentaria.
• Hace falta reflexionar sobre lo que está suponiendo la Agenda 2030 hasta ahora en cuanto a la transformación de los sistemas alimentarios. A pesar de algunas mejoras, se detecta un empeoramiento del enfoque, que ha pasado del relativo a los derechos (Derechos Humanos y otros derechos fundamentales) al relacionado con unos ODS que se plantean como algo voluntario. Además, pasamos de considerar a los agentes implicados como sujetos de derecho a hacerlo como partes interesadas y se está utilizando en demasiadas ocasiones más como herramienta de marketing que transformadora.
• Las universidades están haciendo esfuerzos por preparar y formar a profesionales que afronten la necesaria transición de los sistemas alimentarios hacia la sostenibilidad, pero tienen déficit y lastres. Como institución, la universidad es un reflejo de la sociedad donde se enmarca, por lo que muestra sus mismos problemas a la hora de abordar los cambios. También se remarca la dificultad de analizar problemas complejos desde la sectorización y atomización del conocimiento. Sin embargo, hay espacios abiertos al avance y a la transformación, que apuestan por las sinergias con el sector agroalimentario o que trabajan en líneas de investigación que integran la realidad del cambio climático en los sistemas alimentarios.

El vídeo completo de la actividad se puede ver en este enlace: https://youtu.be/NyZb8o1OgkY

Usando una metodología flexible y participativa, los LIS se marcan el objetivo de aportar ideas o soluciones que nos acerquen a sociedades más sostenibles, dejándolas reflejadas finalmente en un documento de conclusiones. Se centran en distintos ámbitos concretos para cada sesión, buscando aliados y participantes relevantes en la materia que enriquezcan el proceso. Son actividades, además, que promueven la contribución a la Agenda 2030 y buscan ser un punto de encuentro entre el conocimiento generado en la universidad y el procedente del resto de la sociedad.

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