El compromiso con el hecho literario y la realidad histórica que vino a marcar dolorosamente una parte fundamental de su vida configuran a Mariluz Escribano como una voz imprescindible que representa la recuperación de la memoria histórica y la responsabilidad inalienable con la literatura y con la vida, la reivindicación de la identidad femenina a través de la palabra poderosa y clara de una escritora, paradigma por antonomasia del perdón y la concordia.
Dos vértices capitales han vertebrado la escritura prosística de Mariluz Escribano, claro exponente de lo que se ha dado en llamar literatura sumergida, la escrita fundamentalmente por mujeres que, pese a su calidad, han sido preteridas en el canon sin otra motivación más que el hecho de su condición femenina, dando razón fehaciente del escaso reflejo de la mujer en la sociedad. Por una parte, su dimensión narrativa que incluye textos de carácter memorialístico y otros que inciden directamente en la órbita humanista de contradeclaración al mundo, evidenciando cuestiones cardinales como la sexualidad femenina, la supremacía del varón, las dificultades para el ascenso profesional de la mujer, llegando incluso a cuestionarse temas tan lancinantes como la existencia de Dios. Y en un segundo plano, su labor como articulista, pionera en Andalucía, exponiendo sin ambages la negligencia de los políticos y sus reprensibles actuaciones, el desafecto por las capas más necesitadas de la sociedad y la educación represora de las nuevas generaciones para las que exige un hálito de libertad. Todo ello expresado con la voluntad insoslayable de un lenguaje directo y efectivo que aspira a la perfección, la escritura del arte, aleación holista de praxis estética y compromiso ético.