Con todo lo que hemos leído acerca del plástico en los océanos, en las costas, en el agua, en los peces, parece que hay una pregunta que es inevitable hacerse: ¿estamos comiendo plástico? Ya hay quienes dicen que sí. Un estudio de 2016 de la Universidad de Gante, en Bélgica, calculó que el consumidor europeo medio de crustáceos, moluscos y mariscos similares puede ingerir hasta 6.400 microplásticos al año. Se supone que el cuerpo humano apenas absorbería un 1%, pero es igualmente inquietante y sabemos lo que pasa con el plástico: no se va.
En agosto de 2016, la Universidad de Plymouth, pionera en el estudio de la incidencia del esparcimiento de las partículas microscópicas de plástico en el medio ambiente, hizo público un estudio según el cual un tercio de la pesca de captura del Reino Unido (incluidos bacalao, abadejo, caballa y moluscos) contenía plásticos. En otoño de 2016, el Instituto Español de Oceanografía publicó dos trabajos en la revista Marine Pollution Bulletin en los que se analizaba la ingestión de microplásticos por parte de peces de las costas españolas del Atlántico y el Mediterráneo. Se tomaron muestras de 212 peces de fondo de alto interés comercial: 72 pintarrojas, 12 merluzas y 128 salmonetes de fango, y encontraron microplásticos en 37 de ellos, casi en uno de cada seis.
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La mejor respuesta que tenemos, ante la acuciante pregunta de si comemos plástico y qué pasa si lo hacemos, es el informe de la FAO, que muestra el resultado de varios análisis de riesgo sobre el asunto. Según ha determinado este informe, con la ingestión de comida contaminada, los microplásticos y los nanoplásticos entran en el tracto gastrointestinal, y de ahí se ha comprobado una traslocación de los intestinos al sistema linfático de los mamíferos estudiados (humanos, perros, conejos y roedores). Pero la absorción es aparentemente muy pequeña. Aunque no se sepa mucho de la distribución de los microplásticos una vez absorbidos, sí se ha demostrado que las micropartículas que llegan al sistema linfático se eliminan a través del sistema de filtración de la circula ción, mientras que las micropartículas que se alojan en la sangre son eliminadas por el hígado a través de la bilis, y finalmente expulsadas con los excrementos.
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